El PGI del Enclave Arqueológico de Puente Tablas revela la existencia de una casa con espacios destinados a áreas de producción

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ARQUEOLOGÍA

El Instituto de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén ha finalizado la tercera fase del Proyecto General de Investigación en el Enclave Arqueológico de Puente Tablas, que cuenta con la financiación de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte por un importe global de 240.000 euros para las seis anualidades que componen el mismo (2021-2026).

Los trabajos comprendidos en esta tercera fase, según ha explicado el delegado territorial del área, José Ayala, han consistido en una prospección con georradar 3D, un levantamiento fotogramétrico, así como la excavación arqueológica de una vivienda y la correspondiente batería de análisis específicos en una posible área de necrópolis. “La Consejería de Turismo, Cultura y Deporte está comprometida con todos aquellos trabajos que permitan seguir descubriendo lo que atesora el Enclave Arqueológico de Puente Tablas, que es una parte importante para seguir conociendo nuestra cultura del mundo íbero”, ha subrayado Ayala.

Los resultados de dichos trabajos han permitido descubrir una casa que, a diferencia del resto de la manzana donde se inserta, posee espacios destinados a áreas de producción que aún se encuentran en estudio. El delegado territorial ha destacado que esta intervención “aumentará el conocimiento, apoyará la protección y fomentará la conservación del patrimonio arqueológico en las 48 hectáreas de carácter público de este enclave”.

El poblado íbero de Puente Tablas se desarrolló entre los siglos VII y finales del III a.n.e. Antes de ese momento, entre los siglos IX-VII a.n.e. el lugar estaba habitado. Aquel primitivo poblado carecía de murallas y sus viviendas eran cabañas sencillas y sin organización precisa entre ellas. En torno al siglo VII a.n.e., hace 2.700 años, el poblado se transforma y se incorporan nuevas formas de construcción: levanta en su perímetro una muralla y, dentro del recinto, se traza una trama urbana con casas y espacios públicos y donde se instala un palacio para el príncipe y varios siglos más tarde, un santuario.

Aunque el lugar era bien conocido como un antiguo poblado, no fue objeto de atención por la arqueología hasta los años 70, de forma puntual, y de forma más continua, hasta los años 80 del pasado siglo, cuando se pone en marcha un proyecto de investigación, aún en desarrollo, sobre el mundo íbero.