Marcaje de pollos en los nidos de alimoche en el Parque de Cazorla, Segura y las Villas dentro del plan de protección para evitar su extinción

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Soledad Aranda destaca el esfuerzo de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible para conservar una especie amenazada y recuerda que se han marcado 21 pollos en la sierra durante este año.

La delegada de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, Soledad Aranda, asistió a las labores de marcaje de pollos de alimoche en los nidos, una labor fundamental dentro del programa para proteger esta ave, que anida en el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas y se encuentra en peligro de extinción. “El Plan de Recuperación y Conservación de Aves Necrófagas nos ha permitido marcar 21 pollos en lo que va de año. Se trata una labor indispensable para conocer al animal y protegerlo ante la amenaza de la extinción”, asegura la delegada. Además, Soledad Aranda añade: “Quiero destacar la profesionalidad y el buen trabajo de los técnicos en una labor complicada que requiere grandes habilidades hasta llegar a los nidos, ya que exige un descenso en altura hasta llegar a los animales. Ellos son parte muy importante para este programa y su pasión por proteger al alimoche es clave para obtener estos buenos resultados”. Precisamente, en el marcaje que se acaba de desarrollar ha habido sorpresa, ya que los técnicos descendieron hasta un nido para marcar a un alimoche, que era lo que se esperaba. En cambio, resultó que había una pareja.

Soledad Aranda recuerda: “Proteger el patrimonio natural para que puedan disfrutarlo las futuras generaciones es una labor de todos. El compromiso con los programas de seguimiento y protección que se hacen desde la Consejería es clave, al igual que las acciones divulgadoras, informativas y de sensibilización que realizamos con escolares y con la población en general”. Precisamente, la delegada de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible indica que, desde el año 2000 hasta ahora, se ha realizado el marcaje de 230 pollos. A estos hay que sumar 21 durante este año. El marcaje de pollos de alimoche en nido consiste en acceder mediante técnicas de trabajos verticales al nido que siempre se encuentra en cortados rocosos. Para ello, el equipo de escaladores debe seguir unos estrictos protocolos de seguridad, en los cuales se montan dos cuerdas a anclajes que pueden ser de origen natural, como puentes de roca, troncos de árboles, o bien mediante anclajes artificiales previamente instalados en la roca, cuando la calidad de esta lo permite. En ese caso, se usan chapas de escalada que aguantan hasta 2.000 kilos. Siempre se accede desde la parte superior del cortado para bajar rapelando por una de las cuerdas, siendo la otra una cuerda auxiliar de la que también se va anclado para una mayor seguridad del trabajador. Una vez se accede al nido, el pollo o los pollos (el alimoche puede sacar adelante un máximo de dos) se introducen en una bolsa de escalada que tiene hasta tres mecanismos de seguridad para que no se puedan salir hasta llegar al suelo. En función del tipo de pared en ocasiones el escalador sube de nuevo para llevar al pollo o puede terminar la bajada para realizar el marcaje en lo alto del cortado o en el suelo del mismo, en función de la opción más sencilla.

Una vez que el pollo se encuentra en manos de los técnicos del Plan de Recuperación y Conservación de Aves Necrófagas, se procede al marcaje del mismo, en la pata derecha se le coloca una anilla de PVC de lectura a distancia. Es de color amarillo y porta un código alfanumérico único y que puede ser leído a distancia, de este modo un ejemplar podrá ser reconocido el resto de su vida, es similar a dotar al ave de un DNI. En el otro tarso se le coloca una anilla metálica con un remitente al cual en caso que el ave resulte herida o muerta la persona se encuentre al ave remitiría la información del lugar del hallazgo, se trata de un sistema internacional.

El marcaje de la población resulta esencial de cara al estudio de la exigua población de alimoche, ya que permite realizar un seguimiento del ave a lo largo de su vida, conocer las bajas de los adultos en los territorios y en qué momento y lugar se han producido, así como las nuevas incorporaciones, la procedencia de las aves que los sustituyen, y una gran cantidad de datos que contribuyen a un mejor manejo y gestión de la población de cara a su conservación. El alimoche es un ave monógama que una vez adquiere la condición de reproductor se mantiene fiel al territorio por lo que el abandono del mismo solo se produce cuando el ave ha fallecido, por lo que realizando el seguimiento de los adultos territoriales se obtiene abundante información del estado de salud de la población, tasas de mortalidad y sustituciones, gracias a la individualización del ave que suministran las anillas. El Alimoche “Neophron percnopterus” (Linnaeus, 1758) es la más pequeña de las rapaces carroñeras europeas y una de las más oportunistas en cuanto a su ecología trófica, pues se alimenta tanto de todo tipo de pequeñas y medianas carroñas como de basuras domésticas, excrementos, insectos y huevos (Donázar, 1993). Se trata de una ave de tipo faunístico indo-africano, presente tanto en la región Paleártica como la Macaronésica, Etiópica y Oriental (Cramp y Simmons, 1980). Aunque es una especie típicamente migradora, algunas poblaciones insulares (Canarias, Baleares, Cabo Verde) son aparentemente sedentarias.

En el Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas, se encuentra en la categoría en peligro de extinción (Boja número 60, marzo de 2012). A nivel mundial la UICN a través de la lista roja de especies amenazadas lo cataloga en peligro de extinción (UICN, 2014).